Los productos orgánicos están llegando cada vez a más hogares. La fiebre verde se ha convertido en uno de los estilos de vida que muchos han adoptado, donde se cuida al planeta, la salud y el presupuesto. Esta decisión está acompañada de productos cultivados en huertos familiares o de la mejor selección que encontramos en todos los mercados locales.
Desde el año 2016, España ha sido denominada como una de las 10 potencias líderes en el mundo por su producción ecológica, y sus habitantes, tienen el mismo reconocimiento gracias al consumo y a la preferencia de estos productos bio y eco.
Europa en general, se ha abocado a la producción y consumo de productos orgánicos con reconocimiento desde el año 2014. Alemania con un 30%, le sigue Francia con un 18% y Reino Unido se ubica en un 9%.
VARIEDAD DE PRODUCTOS ORGÁNICOS
Siendo “orgánico” un término que se refiere a la manera en que los agricultores procesan y cultivan productos agrícolas, están incluidos una variedad de ellos. Productos lácteos, frutas, verduras, granos y carnes. Estas prácticas ecologistas, buscan mejorar la calidad del agua y el suelo, en lugar de explotarlas y destruirlas.
España ha destacado por ampliar esta variedad, llevando a los mercados carne de ovino y vacuno, leche de cabra y vaca. Así mismo acentúa la producción de huevos de esturión, de truchas y de mejillones, como parte de las opciones que se ofrecen 100% orgánicos.
Gracias a la apuesta colectiva, la ingesta de productos orgánicos ha aumentado este último año en un 24%. Y hoy, tenemos a disposición no sólo vegetales, carnes, frutas, lácteos y huevos, sino que podemos acompañar esta elección de vida con panes, galletas, chocolates, aceites, vinos, entre muchos otros comestibles sanos y amigos del planeta.
Otra industria bien sumada a esta corriente es la cosmética. La piel es irremplazable y el presupuesto destinado a la belleza, ha mejorado en cada familia. Gracias a que es menor la intervención de intermediarios, los costes son menores al comprar los productos.
Estos cosméticos, no deben haber sido probados en animales, ni poseer colorantes sintéticos y mucho menos derivar del petróleo. Sus etiquetas, deben especificar todas estas características, para que sus compradores tengan la garantía de adquirir un producto amigable con el ambiente.
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