El amor se ha descrito de muchas maneras. Es un sentimiento, una decisión diaria, es para toda la vida, dura para siempre y de acuerdo a la Teología: El amor no dejará de ser. Pero hoy veremos cómo actúa el cuerpo ante este estado emocional y tomaremos como referencia el estudio que mostró el Psiquiatra Christian Arellano Troncoso.
En el año 2018 este experto en medicina aseguró que el amor gracias a sus componentes hormonales, era capaz de llevarnos a la locura. Y sin parecer exagerado, el explica con detalles el trabajo de los neurotransmisores ante las reacciones químicas que se derivan. Estas son similares a estar bajo los efectos de algunas drogas, gracias a la feniletilamina.
EL AMOR DESDE LAS HORMONAS
Cuando alguien se enamora segrega la feniletilamina. Esta sustancia aumenta los niveles de dopamina, oxitocina y norepinefrina que es la conocida adrenalina. Esta combinación fantástica, puede distorsionar la realidad. Siendo la feniletilamina ese ingrediente que estimula al sistema nervioso, incrementa el placer.
El amor llega para producir explosiones de sentimientos. La adrenalina (noreprinafina) genera esas alertas que nos mantienen atentos, es decir que es una constante excitación a las emociones. La oxitocina actúa sobre el deseo sexual y es el protagonista del placer en los orgasmos, por producirse en grandes cantidades.
Con todo este conjunto de reacciones y los neurotransmisores en un constante trabajo, se dan esos escenarios donde nadie puede ocultar que está enamorado. Siendo así, se puede crear también ese mal manejo emocional que transforme este conjunto de sensaciones en arrebatos de locuras.
Las endorfinas son segregadas por el cuerpo y su estructura es parecida a la de los opiáceos y a la morfina. Esta inevitable reacción es la responsable de algunos desajustes sociales que se dan a causa del amor mal llevado. Por fortuna tal como ocurre ante el consumo de drogas, la tolerancia del cuerpo ante estas sustancias es limitada.
Entre 2 y 4 años tarda el cuerpo en dejar de reaccionar de igual forma ante estos estímulos. Gracias a esta respuesta entendemos que el amor no es el que se acaba, sino que se calman las ganas desenfrenadas. Es en este momento donde ocurren dos cosas. Se notan todos los defectos o ya se han establecido otros vínculos afectivos y sociales que contribuyen a que la relación perdure.
En este punto donde la feniletilamina decae surge una acción importante de las endorfinas. Estas favorecen ese apego que puede mantener a la pareja en calma pero convencidos de querer seguir el uno con el otro. Vea “La importancia de saber tomar decisiones”.